5 tips para vencer la procrastinación estudiantil
No quiero que pienses: “no sirvo para estudiar”.
Esta publicación es para que te des cuenta de que prácticamente cualquiera puede lograr ponerse a estudiar de manera regular, fácil y rápido. No obstante, tené en cuenta que estos últimos dos adjetivos se refieren al momento en el que uno debería sentarse a estudiar y no al proceso de habituación que te voy a explicar a continuación. De esta manera, las promesas van a dar paso a las acciones y vas a poder aprender y aprobar esa materia que tanto te cuesta.
Al principio iba a escribir esta publicación puramente desde la experiencia pasada (“yo estuve ahí”) con muchos consejos. Hoy por hoy, además de darte consejos a vos, es mi intención seguirlos en mi vida (otra vez). No solo estuve, sino que estoy en tu lugar. Sí, logré dar y aprobar finales temidos por muchos (incluso uno como alumna libre), pero todavía no rendí el nivel 4 de la segunda lengua extranjera. Y me está costando un montón estudiar, así que me tengo que poner las pilas sí o sí para terminar la carrera.
Obviamente no es lo mismo estudiar para aprender un idioma que estudiar para aprobar algún examen más teórico. Por eso voy a dar consejos generales que sé que funcionan en general. Este es un blog para gente del profesorado/traductorado, pero siento que estos consejos les pueden servir a alguien que estudia algo completamente diferente (matemática, por ejemplo) porque son bastante generales. Sin dar más vueltas, acá van mis 5 recomendaciones.
Encontrar el momento
Creo que el primer error que cometemos cuando decimos que “vamos a estudiar” es que no le asignamos un tiempo concreto. Siempre es: “cuando tenga tiempo”, “ni bien pueda”, “lo más pronto posible”, pero ese momento nunca llega porque no tiene nombre y apellido. El nombre y apellido vienen a ser a qué hora (una duración mínima definida sin ninguna distracción) y qué días de la semana y del mes (hay días en los que tenemos eventos especiales y no vamos a poder poner el culo en la silla). El momento adecuado es el que realmente sucede.
Crear el hábito
La clave está en automatizar la tarea y esto se consigue a través de una rutina. Cuantas más veces repitas esa rutina, más fácil va a ser seguirla. No te tenés que sentir mal si no te sale las primeras veces porque es normal, pero tené en que cuenta que cuantas más veces sigas tu plan sin excusas y te obligues a ejecutarlo inmediatamente, más rápido vas a automatizar todo el proceso. Si sabés y te convencés de que ni bien te despiertes o llegues a tu casa, tenés que empezar a estudiar, va a ser más fácil. Yo me permito pasar por el baño ni bien me levanto para lavarme la cara. Pero después empiezo a trabajar y no paro hasta que me da hambre y, recién ahí, voy a la cocina a desayunar. Esto me permite tener un recreo en vez de prolongar el comienzo de la sesión de estudio.
Preparar el ambiente
Lo que a mí me ayuda a empezar ni bien empieza al día (o llego a mi casa) es tener todo preparado de antemano. Suelo despejar el escritorio la noche anterior para evitar distracciones y dejo los útiles, los libros y cuadernos que voy a necesitar. A veces incluso los dejo abierto en la página donde voy. Así lo primero que veo cuando me despierto es lo que tengo que hacer. En la compu también tengo todo cerrado menos el navegador con la pestaña preparada (o las que sean necesarias) con el material de la asignatura. Puede ser un Google Docs, una colección de tarjetas de Quizlet, un PDF para leer, alguna página con ejercicios que se autocorrigen… En fin, lo que sea que tenga que hacer.
Usar a nuestro enemigo
Todos sabemos que el celular corrompe hasta al más responsable y estudioso. El consejo extremo sería que lo apagues completamente o lo dejes en otra habitación. Pero me parece que con las acciones correctas, se puede convertir en un aliado. Aunque tengo grupos directamente silenciados porque no es urgente que lea y conteste, también pongo el celular en silencio para no escuchar ninguna notificación. Sólo lo miro para ver la hora y configuré mi pantalla de bloqueo para que no me muestre ninguna notificación.
Tomar descansos
Tener recreos es importante, pero el problema surge cuando los descansos son mucho más largos que las sesiones de estudio. En este caso, el método Pomodoro puede ser muy útil. Yo lo uso cuando me canso y me distraigo muy rápido. Básicamente tenés que estudiar de corrido por un tiempo determinado y después podés descansar un poquito (5 minutos, aproximadamente). Obviamente me siento cansada y harta de estudiar, pero cuando veo que todavía no llegué al límite de tiempo, me siento obligada a seguir para cumplir con mi objetivo.
Lo bueno de este método es que no me pongo el objetivo de estudiar tres horas de corrido, tan sólo 25 minutos (e incluso podés ponerte una meta más modesta). La clave es que es un objetivo realista. Además, hay muchas aplicaciones para el celular que te ayudan a conseguir ese objetivo. Suelen darte premios para incentivarte a no tirar la toalla antes de tiempo. La más conocida es Forest, que sirve tanto para el celular como para la computadora. Si entrás a YouTube, Instagram, WhatsApp, o a cualquier otra distracción, te quita el premio. Posta que esto hace que no tengas tantas ganas de hacer una pausa prematura.
Basta de excusas
Yo soy muy de “hagamos una lista con los temas”. No te digo que esté mal (incluso te lo sugiero de corazón), pero si estás al horno como yo, lo más urgente es ponerte a estudiar y punto, no pasarte horas organizando las sesiones de estudio que nunca van a ocurrir.
Si seguís estos pasos, seguramente te sea más accesible ponerte a estudiar. Pero ¡ojo!, realmente es un sufrimiento. Tenés que saber que no es ni fácil ni agradable, y es completamente normal. A todos les pasa. La única diferencia es que algunos se la bancan y siguen adelantes. Así que A ESTUDIAR. No hay más excusas.
Si querés consejos más específicos para aprender y mejorar en algún idioma, decime y escribo una publicación al respecto.